Imagínate que vas corriendo y en eso te tropiezas con una piedra que NO viste.
Terminas con varios raspones en las piernas y en los brazos, pues los metiste mientras caías.
Son heridas que no buscaste, simplemente se dieron por el tropezón.
Te levantas con mucho dolor y miedo. Sientes hasta vergüenza. ¿Será que alguien te vió caer? ¿Qué van a decir de ti?
Te sacudes el polvo y la tierra y regresas a tu casa. Ves tus heridas y las cuestionas. ¿Por qué me caí? ¿Cómo no vi esa piedra? ¿Por qué a mi? ¿Como voy a andar estas heridas? ¿Será que van a sanar? ¿Necesitaré ayuda para que sanen? ¿Que van a decir de mi?
Te bañas y limpias cuidadosa pero meticulosamente cada uno de los raspones. ¡Ouch! ¡Que duelen!
Sales, te secas, y te sigues limpiando esta vez con agua oxigenada y sientes un poco de ardor al ver las burbujitas que salen.
Uno de los raspones es muy profundo, seguro que ese necesitará más ayuda y tiempo para sanar. Necesitas ayudarle a tu cuerpo, entonces compras un medicamento que te han recetado, neobol.
Al pasar de los días ves que las heridas van cicatrizando. Van haciendo costrita. A veces te pica y mucho, tanto que te mueres de ganas de rascarte y arrancar la costrita pero te han dicho que no lo hagas pues puedes alterar el proceso de cicatrización.
En unas semanas, la mayoría de los raspones han curado y en el más profundo ya se ha formado una cicatriz. Va sanando bien, con suerte hasta puede llegar a ser imperceptible. Como que nada sucedió.
Creo que todos nos podemos relacionar con el relato anterior. Seguro que más de una vez nos hemos raspado.
¿Por que cuando hablamos de heridas emocionales se nos olvida todo el proceso que una herida como tal conlleva?
Lo primero que hacemos es negarla, taparla, ponerle una o las curitas que sean necesarias contal de no verlas. Pensamos que si no se mira, no existe.
Con el tiempo, la herida tapada, reprimida se inflama, se enrojece, y eventualmente se infecta.
El proceso de curación en ese estado va a ser mucho más complejo y doloroso que cuando surgió (en algunos casos se tendrá que raspar y drenar la infección)
Y aun así, habrá algunas personas que preferirán seguirla tapando, que intentar sanarla por todo el dolor, la incomodidad, y el trabajo que supone.
Ahora, sube y vuelve a leer el relato pero esta vez pensando en heridas emocionales.
Claro que el proceso de sanación NO es nada agradable, especialmente cuando se trata de heridas que han sido desatendidas por mucho tiempo pero una vez te das la oportunidad de sanar verás que los beneficios hacen que todo el dolor valga la pena.
Sin una rodilla plenamente sana no puedes correr bien, entonces ¿cómo pretendes tomar decisiones acertadas con heridas desatendidas en el alma?
A las heridas hay que aceptarlas, dejarlas ser, dejarlas estar, dejarlas respirar.
Y a veces, necesitaremos ayuda para que sanen and that's okay.
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