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Perdonar

Ah, el perdón. Como cuesta perdonar, ¿verdad? Lo que lo hace más difícil es creer que si perdono, estoy justificando las acciones de la otra persona. Entonces nos aferramos al resentimiento (compuesto por muchos sentimientos) hasta el punto que se convierte en una carga pesada…muy pero muy pesada, que decidimos no soltar porque al soltarla “invalidaríamos” lo que la otra persona ha hecho.


Muchas veces pasamos años en esta dinámica esperando que el otro(a) se disculpe y enmiende lo que ha hecho. Pero, ¿y si no lo hace? ¿O si lo hace pero de forma inadecuada? Randy Pausch decía que una mala disculpa es peor que no disculparse. Se nos puede ir la vida esperando que la mala disculpa se vuelva buena o esperando la disculpa que no llegará, otorgándole la responsabilidad de cómo nos sentimos alguien más y eso no es justo para él/ella y menos para nosotros.


Algo muy interesante es la falsa creencia de que el perdón es sinónimo de reconciliación. Yo puedo perdonar a alguien pero que quiera volver a esa relación es muy diferente. Además, la reconciliación también depende del otro(a) y eso no lo podemos controlar. Perdonar también implica tener un adecuado auto-concepto pues solo podremos entender que el otro comete errores al aceptar que nosotros los cometemos, sabiendo que eso no nos hace más o menos personas.


¿Cómo perdonamos entonces? Lo primero es hablarlo. Recordemos que el hacer como que nada pasa no desaparece mágicamente los problemas. Si no tenemos la posibilidad o simplemente no queremos hablarlo con la otra persona, no pasa nada, pues perdonar es un acto individual. A veces perdonamos sin que el otro lo sepa, hablándolo con nosotros mismos. Debemos permitirnos sentir el dolor; ese dolor que se esconde a través del resentimiento. No le tengamos miedo a vernos vulnerables, todos lo somos. Solamente sintiendo el dolor puedo sanarlo. Y finalmente, decidir soltar, si así como lo leyeron, decidir porque es una decisión por más que no lo parezca. Como dicen, el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional.


Hoy te invito a soltar, independientemente si el otro lo merece o no, tú lo mereces. Pero soltemos de verdad, sin expectativas, abiertos a lo que pueda suceder, recordando que perdonar no significa que las cosas vuelven a ser como antes ya que no todo el que entra a nuestra vida está para quedarse. Y no pasa nada con eso. De verdad.

 

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