Hace dos días salimos negativos por COVID-19.
Estas dos semanas nos sirvieron para replantearnos muchas cosas. Estas situaciones, por muy desafortunadas que sean, ponen todo en perspectiva. Te das cuenta de lo que es realmente importante en tu vida y con quienes realmente contás.
Hoy que, en teoría, hemos vencido la enfermedad no puedo evitar sentirme afortunada porque no nos complicamos, porque dentro de lo que cabe, estuvimos bastante bien.
Como cambian las cosas, si esto hubiera ocurrido hace dos años, no me atrevo a afirmar que la hubiéramos librado; pues la enfermedad (según entiendo) sigue siendo una apuesta; simplemente no sabes cómo te va a dar y como va a reaccionar tu cuerpo. Puede que no presentes síntomas o puede que sí, puede que no te compliques, puede que sí. Sin duda, las vacunas han venido a ayudar grandemente (nosotros tenemos esquemas completos + refuerzo) pero, aun así, la enfermedad sigue siendo tan misteriosa que nada quita que el día de mañana puede aparecer una nueva variante más letal. Es una apuesta.
Y esto me lleva a pensar que la vida en sí es una apuesta. La vida es un azar. Soy una mujer de fe (al menos eso pienso) pero no quiero cegarme con el pensamiento que por voluntad de Dios nos recuperamos porque creo que es más complicado que eso. ¿Quién es Sofía o Daniel? ¿Qué tienen de especial que Dios elige que ellos sigan vivos y otras personas no? No sé si me doy a entender. Pensar de esa manera me parece algo egoísta.
El Dios en el que creo es un Dios de amor y no tiene malas intenciones con nadie. No es un Dios de castigo. Así que me resulta mucho más sano pensar que el haber presentado síntomas leves y haberme recuperado tuvo que ver, aparte de la fe, con algo más, con que nos haya dado en este momento donde se conoce más de la enfermedad y con que estamos vacunados. Fue cuestión de oportunidad y tiempo; y esto se vuelve más evidente cuando pienso en todas las personas que ya no están por esta enfermedad. Cuantos seguirían vivos si les hubiese dado en otro momento, bajo otras condiciones.
Hasta qué punto se puede comparar el Covid-19 con el Thanos Snap; cuanta gente no la libró o no la va a librar y no es porque se lo merezcan. Las cosas solo pasan. La vida es incierta e injusta. La muerte nos puede tocar la puerta cualquier día y de cualquier forma independientemente que tan buenos o malos seamos. Así que mientras vivamos, mientras dependa de nosotros, hagamos todo lo que está en nuestro poder para realmente vivir en plenitud, en coherencia con lo que pensamos y queremos, disfrutando lo que hacemos y siendo sumamente comprensivos y amables con otros, sabiendo que al final, todo es cuestión de azar.
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