Comúnmente escuchamos decir: "recibes lo que das"…una frase que nos motiva a darlo todo pues cuanto más demos, más recibiremos ¿no? Esa es la lógica. Sin embargo, la realidad muchas veces no sigue la lógica y es injusta. No siempre recibimos lo que damos y no es porque el otro sea malo o desagradecido, simplemente se debe a que el otro piensa, espera, siente, y actúa diferente; tiene otras motivaciones, otros valores, otras expectativas...en fin, otra historia personal.
No comprender esto y actuar según la lógica de que debo recibir según lo que doy puede cerrarnos y llevarnos a dar de forma condicionada; dando de acuerdo a lo que esperamos recibir. Si una relación es recíproca, doy mucho, pero si no lo es, entonces no doy tanto…perdiendo el sentido, el valor autentico, la esencia. Hasta cierto punto es como que traicionamos nuestra identidad, pues depende de cada persona, de cada interacción, de cada relación, e igualmente traicionamos la esencia del otro pues estamos exigiéndole que piense, siente, y actué como nosotros y eso es imposible.
No siempre recibiremos lo que damos así como no siempre daremos lo que recibimos; es parte de la complejidad que nos caracteriza como seres humanos…por lo tanto demos pensando en nosotros, en lo que nos nace, y si recibimos de regreso bien pero si no también, pues lo que damos habla más de nosotros que del otro.
Claro, muchas veces darlo todo y no recibir lo que esperamos puede traer consigo desilusiones, tristezas, frustraciones…creo que también sería bueno revisar que estamos dando ya que a veces creemos estarlo dando todo pero bajo otro tipo de mensajes.
Independientemente recibamos o no lo que dimos, vale la pena centrarnos en lo que recibimos de nosotros mismos al dar, la paz de saber que dimos lo que somos, no lo que pretendemos ser según X o Y persona…dimos según nuestra esencia y eso es suficiente. Saber eso es suficiente, que el otro lo reconozca o no, está de más.
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