Creo que ya les he contado que me encanta dormir. No hay lugar donde me sienta más cómoda que en mi cama. Mi día perfecto es aquel en el que no tengo que poner alarma y me levanto sin prisas.
Y cómo podrán imaginarlo, cuando estoy estresada, la señal de que algo me está afectando mucho, es que me cueste dormir; como sucedió hace unos días.
Siempre antes de acostarnos, Daniel y yo platicamos, a veces sobre cosas profundas e importantes, y otras solo estamos en la cama con el celular, yo enseñándole todos los TikToks y tweets que le he mandado y aún no ha visto.
Esa noche dejé ropa en la lavadora para que se lavara y secara mientras dormíamos (yo pensando de manera eficiente) y Daniel, muy sabia y empáticamente, me sugirió que evitaramos eso en un futuro porque puede que el ruido cause alguna molestia a los vecinos.
No era big deal. De hecho, creo que ni se escuchaba pero pueden creer que no podía dormirme porque me sentía mal por la posibilidad de estar molestando a uno de los vecinos.
No tenía evidencia de que esto estuviera sucediendo pero aún así, la idea me tenía angustiada. Y eso me llevo a otra serie de pensamientos ansiosos que me impedían quedarme dormida.
Esa noche, yo estaba siendo atormentada. Y no tenia nada que ver con cosas paranormales.
Me atormentaban mis preocupaciones, mis lamentos, mis inseguridades, las responsabilidades que me esperaban al día siguiente.
Me atormentaba mi mente.
Y es que cuando pensamos en hechizos pensamos en brujas y fantasmas, pero fácilmente podemos estar embrujados por recuerdos, deseos, y arrepentimientos.
Puede ser el recuerdo del amor de tu vida que dejaste ir, o la última llamada de la abuela que no contestaste porque estabas muy ocupado, o las palabras hirientes que le dijiste a un amigo que causó que se distanciaran.
No necesitamos apariciones, brujas, o fantasmas para ser asustados.
Y por más incómodos que sean, son estos tormentos los que nos muestran todo aquello que merece atención.
Todos esos issues que no podemos seguir ignorando y tenemos que resolver. A veces puede ser algo trivial como la lavadora encendida o a veces puede ser algo más heavy que tenga que ver con el curso de tu vida.
Como decía John Milton, nuestra mente en sí misma puede hacer del infierno un cielo, o un cielo del infierno.
Así que independientemente lo que esté en tu mente, quiero que sepas que es importante, que merece atención, y que podes buscar ayuda para manejarlo.
P. S. Happy Halloween!
El mal existe más allá de unos cuantos disfraces y dulces.
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