“Es qué, ¡qué difícil es esto!”
“Me cuesta mucho”
“De verdad que no es fácil”
Son algunas frases comunes de mis pacientes cuando estamos trabajando sus pensamientos.
Creo que hasta cierto punto se ha puesto de moda en los jóvenes buscar ayuda psicológica e ir a terapia y si bien es cierto esto es súper bueno, puede tergiversar que es en sí una terapia psicológica o puede normalizar algunas cosas que no son normales.
Por ejemplo, hasta qué punto se sentir ansiedad y se utilizan esos síntomas para justificar comportamientos y no tomar responsabilidad sobre ellos. “Sorry que no te contesté, es qué tengo ansiedad”
Ojo, si bien no controlamos nuestros síntomas si somos responsables de lo que decidimos hacer o no con ellos.
(Btw, las inscripciones al curso sobre ansiedad están abiertas)
La verdad es que ir a terapia NO es para todo mundo, es para personas que estén dispuestas a conocerse, analizarse y entenderse para quebrar todo aquello que no les funcione y volverse a armar de nuevo, de forma más funcional.
Darte cuenta de que tú eres el único responsable de lo que sientes no es agradable y requiere tiempo, esfuerzo, consciencia y dedicación. Es más, habrá veces donde ir a terapia te generará malestar e incomodidad pues te confronta y revuelve todo aquello que tratas de esconder en el día a día.
Mi intención con este escrito no es que te espantes de la terapia, sino que sepas lo que te espera cuando agendas una cita.
No es un proceso fácil, pero te prometo que vale la pena. Te prometo que los frutos son mayores a la incomodidad que supone. Así que, si lo ha estado pensando, no le des más vueltas. Agenda tu cita. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué tienes que perder? Nada.
Al contrario, tienes y puedes ganar mucho.
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