Hoy vamos a hablar de los amigos; específicamente de la ruptura de amigos. Algo de lo que creo que se habla muy muy poco.
Por alguna razón creemos que las rupturas solo son amorosas y por eso tendemos a hacer de menos cuando una amistad se rompe.
Así como en una relación de pareja, una ruptura de amistad supondrá un duelo. Hemos perdido a alguien que en su momento fue significativo en nuestra vida.
Muchas personas (yo incluida) pensamos que los amigos son la familia que uno escoge. Analicémoslo, no se le llama amigo a cualquiera. Un amigo es alguien con quien no solo tenemos mayor afinidad y compartimos gustos, intereses, valores...sino que es alguien en quien confiar, con quien nos podemos abrir y compartir nuestra vida.
Tan difícil que es encontrar un amigo. Claro que dolerá cuando la relación se termine.
Entonces, ¿qué hacemos ante una ruptura de amistad? Pues lo primero es aceptarla y reconocerla como tal.
Dejemos de minimizar su impacto. Dejemos de decir que nos vale, que no nos importa, que “equis”. Es mentira.
Y podemos mentirle a todos los que nos rodean, pero no podemos mentirnos a nosotros mismos.
Segundo, tratemos de analizar la causa de la ruptura.
Muchas veces estas rupturas se dan naturalmente; las prioridades o estilos de vida han cambiado y cada quien “está en su rollo”.
Esto no es personal, así como yo tengo derecho de cambiar, evolucionar, y redireccionar mi vida, el otro también.
Otras rupturas pueden darse a causa de un conflicto. En este caso, lo mejor es hablarlo directamente y tratar de recuperar la amistad (ojo, ambas cosas solo funcionarán si es algo que las dos partes quieren)
Independientemente cual sea la causa, no hay buenos ni malos. Ni culpables ni victimas. Los amigos vienen y van, y las razones que pueden tener para irse o distanciarse pueden no tener que ver con nosotros. Y si nos interesa saber la causa de la distancia, dejemos de suponer y preguntemos.
Lo mejor que podemos hacer por cualquier amistad es no forzarla, no exigirle al otro más de lo que puede darnos.
El amor es libertad.
Yo tenía un grupo de amigas que me dolió mucho dejar. A veces las pienso y genuinamente espero que les esté yendo bien en sus vidas. Lo que compartí con ellas es valioso y lo llevaré conmigo siempre, es parte de mi historia. Esto me lleva al tercer punto.
A pesar de que alguien no sea tu amigo ya, respeta y guarda todo lo que compartió contigo.
No importa que haya pasado o como hayan terminado las cosas, es una forma de respetar y honrar la confianza y el cariño que en algún momento se compartieron.
Y sobre todo es una forma de que tú vivas en paz y en plenitud, sin apegos, sin rencores, sin resentimientos.
¿Qué piensan ustedes?
Si te gusto, ¡compártelo!
Que genial haber encontrar este sitio, tienes un nuevo lector. Creo que terminar algunas amistades "destructivas" trae mayor bienestar y aumenta nuestra autoeficacia. Incluso, como se ha evidenciado, si los humanos encontramos el mayor bienestar y satisfacción personal en la calidad de relaciones interpersonales que poseemos. Saludos. 😊