Es un miércoles común y corriente. A medio día, tengo que dar clase de Barre3. Reviso, como todos los días que me toca dar clase, la cantidad de personas inscritas, cero.
Cero.
Otra vez, hago un pequeño scan del día, ¿qué será? ¿Será que hay algo hoy y yo no me doy cuenta (aquí en Nola saltamos de festivales en festivales que no sería raro que hubiese algo hoy) pero nada. Aparentemente no hay nada especial hoy. Raro.
Le pregunto a mi jefa si al final habrá clase o no para saber si ir. Me dice que siempre vaya por si alguien aparece a último momento y eso hago.
Camino hacia el estudio; la incertidumbre me hace caminar más despacio, más tranquila. Llego y me preparo como usualmente lo hago. Poco tiempo después, comienzan a venir un par de clientas que no se habían inscrito previamente.
Okay, parece que sí tendremos clase. Alisto el playlist y las pesas. Les doy la bienvenida y empieza el show.
Así como he dado clases a más de veinte personas, he dado clase a una persona. O he tenido ocasiones en las que nadie llega y la clase se cancela. Así como hay días que tengo la agenda llena de pacientes, hay días que no; semanas bajas en las que el hecho de ser tu propia jefa te sacude un poco más fuerte. Así como he dado talleres a más de cincuenta personas, también los he dado a tres personas.
Al final, para mí el número es sólo eso, un número, un dato, ya que sin importar si son 1 o 100 personas, mi esfuerzo por el dar el mejor servicio es el mismo.
Es muy fácil cuestionarnos y preguntarnos que hemos hecho mal o que no estamos haciendo suficiente cuando nos topamos con estos momentos de escasez cuando en realidad, muy pocas veces tienen que ver con nosotros.
Hay miles de razones por las que un cliente puede cancelar su cita o su clase que no tienen que ver conmigo, pero ven que nuestra tendencia es a saltar a esa conclusión;
¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué me hace falta?
Con este escrito quiero recordarte que la vida es una serie de temporadas; temporadas de abundancia así como temporadas de escasez. Es lo natural. Independientemente lo que hagamos, los números van a fluctuar sí o sí.
Y en esos momentos de escasez, lo mejor que podemos hacer es esperar y confiar; tratando de ser objetivos para reestructurar si es necesario pero sacudiéndonos todos los adjetivos calificativos negativos que en realidad no aportan en nada.
Hablarte y tratarte feo no hará que tus números se incrementen.
La cierto es que sí estamos en un periodo de escasez, lo sabemos porque hemos disfrutado de periodos de abundancia previamente así que lo más probable (por la naturaleza de la vida) es que las cosas van a mejorar.
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